En El Panamá América del 11 de diciembre de 2002, publicamos el artículo "Panamá y las asimetrías
del ALCA", en el que destacábamos que la gran asimetría entre Estados Unidos y Canadá, por un lado, y América Latina por el
otro, e incluso dentro de esta última, era un factor que generaba complicaciones para la instrumentación de un proyecto tan
ambicioso, y que era probable que esta idea no pudiera realizarse.
El tiempo se encargó de darnos la razón, pues el proyecto del ALCA ha quedado estancado, no sólo
por las posiciones asumidas por Brasil y Argentina en cuanto al tema, sino porque las condiciones políticas y económicas internacionales
han experimentado algunos cambios. La posición internacional de Estados Unidos (EU) se ve muy comprometida por la inestabilidad
geopolítica del Medio Oriente y en términos políticos, tanto EU como Gran Bretaña ya perdieron la guerra en Irak, por lo que
todo parece indicar que a la potencia norteña no le quedará otro camino que la retirada como le sucedió en Vietnam. Si es
así, las iniciativas económicas y políticas estadounidenses quedarán paralizadas en todo el mundo.
La posición asumida por el Gobierno de Brasil refleja el interés de la gran burguesía de Sao Paulo,
la cual no está dispuesta a renunciar a la defensa de sus intenciones en beneficio de un proyecto que le perjudica. Aparte
de eso, fuerzas sociales disímiles en América militan activamente contra esta idea.
Frente al estancamiento del proyecto del ALCA, la administración Bush impulsó los TLC con Centroamérica,
República Dominicana y Panamá.
En este caso, los tratados que EU propone, no enfrentan el problema de las asimetrías. Sobre la
base de esta realidad, los gremios representativos del sector agropecuario y agroindustrial panameños han reclamado su exclusión
de cualquier negociación al respecto. Pero también, otros grupos de profesionales de Panamá, sobre todo los abogados, han
expresado serias reservas frente a este tratado. Por otro lado, Estados Unidos está en un año electoral y el candidato presidencial
por el Partido Demócrata, John Kerry, a quien todas las encuestas señalan como el seguro ganador, ha manifestado que no le
agrada para nada el contenido actual del TLC con Centroamérica firmado por la administración Bush.
En Panamá, grupos de la burguesía importadora como de los negocios inmobiliarios y turísticos
apoyan el ALCA y los tratados de libre comercio. Ellos ambicionan que nuestro país tenga la sede total o parcial del ALCA
porque la presencia de gran cantidad de funcionarios extranjeros generaría una población flotante con altos ingresos, lo que
incrementaría la ocupación hotelera, la venta y alquiler de apartamentos y residencias de alto costo y la importación de productos
para satisfacer los gustos y preferencia de ese sector. Parten de la idea de que un TLC inundará el país de inversionistas
estadounidenses.
Primero, no hay ninguna seguridad de que Panamá obtenga la sede total o parcial del ALCA, y lo
más probable es que no la obtenga; segundo, la experiencia de México con el TLC está demostrando que dicho tratado no es suficiente
para atraer a los inversionistas de EU, quienes prefieren establecerse en la República Popular China por la mano de obra barata
y por el gran tamaño de su mercado.
En el futuro, los proyectos del ALCA y del TLC con Panamá están repletos de complicaciones, y
tal vez no puedan ejecutarse. La posición asumida por importantes sectores de la clase dominante panameña de apoyar estos
mecanismos es muy imprudente, pues no están considerando las regularidades del cambiante entorno internacional.