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LAS RESISTENCIAS TAN QUERIDAS

 

 

La resistencia empieza al desenmascarar la aparente fachada de civilización que disimula y oculta la degradación de las masas.”, James Petras

                       

Apenas hace 100 000 años el Homo sapiens era un aperitivo para las hienas y otros depredadores de las planicies africanas. Le tomó poco más de 90 000 años emigrar hasta las áridas llanuras Mesopotámicas y construir las primeras ciudades. Paradójicamente, con el primer centro urbano nacieron los ejércitos conquistadores y el Homo sapiens pasó de bocado de hienas a depredador de hombres y mujeres. Por lo menos dicho papel lo asumió parte de la especie humana.

 

El desarrollo bélico más se debe a la conquista que a la defensa. Cada sucesión de imperios es un trágico adelanto en el perfeccionamiento de la destrucción masiva de vidas. La falange de Filipo de Macedonia le permitió a su hijo Alejandro asediar el mundo persa. Dicha formación fue perfeccionada por los romanos y ya sabemos hasta donde llegaron sus invasiones. ¡Y ni hablar de los portaaviones!

 

La historia parece ser una secuencia de guerras de conquistas. Ello es así pues las crónicas las escriben los colonialistas. ¿Será que la sana convivencia entre los pueblos es imposible? ¿Cuántas guerras más resistirá la historia del Homo sapiens?

 

Primero vale la pena aclarar que los imperios y sus guerras de conquistas no agotan todo el quehacer humano de los últimos 10 000 años. Sucede que la historia a ratos parece sufrir de la fiebre morbo sangrienta de los titulares sensacionalistas de los actuales tabloides. Segundo, y quizás lo más importante, la resistencia a los imperios es tan antigua como las guerras de conquista. Un buen ejemplo es el mundo amerindio. Aún siguen hablando sus lenguas, pintando sus cuerpos, bailando sus ritos y, al enfermarse, visitando a sus chamanes. A pesar del cristianismo, los idiomas europeos, las encomiendas, las bananeras y la televisión siguen siendo kunas, emberas, inuit, yanomami, etcétera, etcétera, etcétera.

 

¿Acaso no es hombre de perfecta virtud, aquél que no se siente descompuesto ante el hecho de que los demás no notan su presencia?, José Martí

 

La autora es escritor panameño.